sábado, 17 de septiembre de 2011

Don Antonio Solari



He aquí como el Padre Hernán, postulador de la Congregación del Santísimo Redentor, compendian, en forma lapidaria, los principales aspectos del dinamismo apostólico de Don Antonio:
“Oblato de la Congregación de los Padres Redentoristas, terciario dominico socio de la Cofradía del Santísimo Sacramento de la Catedral, estaba continuamente rodeado de pobres a quienes socorría e instruía, insigne catequista, especialmente para los obreros y los jóvenes. Fundó la Asociación de Jóvenes Cristianos, un oratorio festivo, la Conferencia de San Vicente de los Jóvenes, la misa de los Estudiantes que, en los últimos años, reunía a unos 1500, con la participación de las autoridades eclesiásticas, civiles y académicas de Buenos Aires. El Centro de los Estudiantes Secundarios de las Victorias, el Centro de la Alfabetización de los Obreros, el Patronato de los Aprendices del Círculo de Obreros, el Hogar de San Vicente para las familias de los obreros inválidos. Fue también colaborador y propagador de otras diversas obras de apostolado, principalmente de los Círculos de Obreros, fundados por el Padre Federico Grote y de otras importantes obras al servicio de la Buena Prensa”
Antonio Solari nació en Chiávari (Italia) el 27 de Enero de 1861. Sus padres fueron: Juan Bautista Solari y Margarita Castagnino. Hacia los cuatro años de Antonio, los padres tomaron la decisión de emigrar en busca de nuevos horizontes. Sus miradas se dirigieron a la Argentina y emprendieron la penosa travesía del Océano Atlántico. Aunque no pudo ser sacerdote, debido a sus responsabilidades al frente de la familia por la muerte del padre, fue uno de los más dinámicos propulsores vocacionales.
El 25 de Octubre de 1883 fue una fecha trascendente para la historia de la Iglesia argentina por dos acontecimientos: La llegada de los primeros Padres Redentoristas al país y la inauguración de la Capilla de Nuestra Señora de las Victorias (Paraguay y Libertad) que sería la cuna y el centro de muchas de las iniciativas de don Antonio. Los padres tuvieron que enfrentar enseguida dos dificultades: El nuevo idioma y las nuevas costumbres. El encargado de acogerlos y orientarlos fue don Antonio, joven de veintidós años. El arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Aneiros, lo presentó a los misioneros diciéndoles.
“Este muchacho los va a ayudar” y luego, se dirigió al joven: “Cuídemelos, porque estos religiosos son lo mejor que hay”.
El cronista de los misioneros redentoristas, años después expresa: “El infatigable Apóstol don Antonio, ha formado la Asociación de Jóvenes Cristianos con jóvenes trabajadores que corren por las calles y plazas, les enseña la doctrina cristiana y los prepara para la primera Comunión. Cuando llegan a los veinte años, son recibidos en la Conferencia de San Vicente, otra creación de Solari. Es el Obispo laico de Buenos Aires. Aunque joven, de todos es conocido, apreciado y amado, tanto de los ricos como de los pobres. En nuestra Iglesia es el alma vivificadota de la sección de hombre de la Archicofradía del Perpetuo Socorro. Además es el brazo derecho del Padre Grote en la fundación de los Círculos Católicos de Obreros. Tiene un celo digno de compararse con el de San Pablo”
Don Antonio Solari es conocido y admirado, sobre todo, como “Vicentino” o sea, por ser fundador de innumerables conferencias de San Vicente en todo el país, por su labor humilde, generosa y constante al servicio de los pobres y por su admirable espiritualidad vicentina, que se compendian en la Fe y en la Caridad. A través de las conferencias encontró su camino. Su vocación sería el apostolado seglar. Si el amor es la perfección y la santidad es amor a Dios y al prójimo, las Conferencias eran un medio fácil, seguro y rectilíneo para la realización de sus ideales humanos y cristianos. “Por su excepcional y diuturna labor de servicio, fue llamado “Padre de los pobres”. El mismo Cardenal Copello celebra la magnanimidad de su acción caritativa: “Don Antonio estaba rodeado de largas caravanas de pobres. Iban a golpear su corazón, para abrir su bolsillo inextinguible a fin de remediar sus necesidades materiales.”
Antonio Solari, como cualquier hijo de vecino, fue engañado más de una vez y sus amigos lo advertían; pero él siempre tenía preparadas sus respuestas: “Mejor es pasar por tontos, que cometer alguna injusticia, no dando al pobre” o también: “Al pobre lo juzga Dios”.
El padre Federico Grote fue un gigante en la fundación y organización de círculos, escuelas, socorros mutuos, cursillos promocionales al servicio de los obreros, pero a su lado estaba siempre la labor humilde, silenciosa y perseverante de Don Antonio, a quien Grote llamaba “Su brazo derecho”. El primer local que ocupó el Círculo Central lo buscó y lo consiguió don Antonio en la esquina de Callao y Juncal.
Desde el año 1890 hasta su muerte, don Antonio pasaba gran parte del día en la Curia Arquidiocesana, desempeñando las delicadas y complicadas tareas de recolector de rentas. El Cardenal Copello, trazó estupendas semblanzas de don Antonio y sus testimonios tan elevados y preciosos servirán de un fuerte impulso para la beatificación del Siervo de Dios.
En el año 1934 se celebró en Buenos Aires el 32º Congreso Eucarístico Internacional. Don Antonio asumió el cargo de pro-tesorero. Presidió el Congreso el Cardenal Pacelli quien, aunque absorbido por las actividades reparó en don Antonio. Pocos años después el Cardenal es elegido Papa con el nombre de Pío XII y cuando en 1940 el Dr. Jorge A. Durad, de la Conferencia de San Vicente de las Victoria, recaló en Roma y pudo obtener una audiencia con el Papa, este al saber que venía de la Argentina, le preguntó: “¿Cómo está Don Antonio Solari, el santo de pantalón y saco? Dígale que siempre lo llevo en el corazón y que le envío mi bendición apostólica”.
El 12 de Julio de 1945, después de una noche dolorida, don Antonio se sintió tan débil que no se atrevió a salir del lecho a la hora de costumbre, pero debía resolver algunas diligencias en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y salió, pero volvió en taxi. La disnea lo ahogaba y casi no podía mantenerse en pie. Se llamó a los médicos que diagnosticaron un infarto. El sábado 14 de Julio de 1945 a las 15 horas falleció. Era ya la víspera de la festividad del Santísimo Redentor, Patrono de la Congregación del Santísimo Redentor, de la que Don Antonio era oblato y era también sábado día consagrado a la Virgen. Así se aunaron los dos amores de la vida y del apostolado de don Antonio: El Santísimo Redentor y Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Elsa Lorences de Llaneza

5 comentarios:

  1. DON ANTONIO SOLARI
    Pronto estaras en la gloria de los altares te ruego intercedas por nuestra patria ARGENTINA tu que estas cerca de JESUS por sus gobernantes
    para que recuerden que son servidores no dueños y trabajen por el bien de todos los argentinos

    ResponderEliminar
  2. Mi papa, Amelio Gabrielli, se recibio de farmaceutico-bioquimico en la UBA, gracias a Don Antonio Solari- Mi papa fue del Centro de Estudiantes de la Iglesia de las Victorias con el Padre Ballardini y Alberto Mazza. Dios lo eleve a los altares.

    ResponderEliminar
  3. SOY SARA, DON ANTONIO HOY ME ENTERE DE SU NOMBRE BENDITO SEA
    TE PIDO POR MI HIJO CARLOS ANDRES RAMOFF, QUE LE SALGA UN TRABAJO DE CORREO PRIVADO CERO.
    AMEN.

    ResponderEliminar
  4. Lo conoci por un tio que era vicentino. Un cristiano consagrado a Dios y a las necesidades del projimo. Un ejemplo al que siempre tengo presente como testimonio de vida.

    ResponderEliminar
  5. Que hermoso y gratificante es leer sobre el Antonio. Fue tío de mi abuela, y siempre releo las cartas que le enviadas a mi abuela. Bendiciones

    ResponderEliminar